crema verde detox
El verano es para casi todos tiempo de toda clase de relax (y de toda clase de autoindulgencia con los placeres terrenales. Y es que sin esa dulce y laxa deriva sobre nuestros límites y diques de contención habituales, el verano sería menos verano).
Eso quiere decir que volvemos de las vacaciones (los que vuelven) resplandencientes, y con una sensación grata de hoja que se pasa; casi nos apetece pensar en comer durante un tiempo más verde, más crudo, más simple, más ligero.
Vienen días de deslizarse hacia lo muy sencillo, de volver a ordenar y equilibrar la vida (y la comida).
Ahora, mientras en el campo se recolectan los tomates y el maíz, aún nos quedan días de zumos, de frutas, de ensaladas, de hojas verdes. Hemos de guardar dentro de nosotros el tesoro vital de esos jugos frescos, antes de que la estación cambie y dejen de estar en temporada.
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Después, despacio, avanzaremos de nuevo hacia el otoño, hacia los tubérculos y las castañas, hacia los botes de conservas y las mermeladas, la calabaza, las patatas, los asados y los guisos a fuego lento.
Así que muchas recetas que iré copiando aquí estos días del otoño incipiente tienen ese eco hacia el que yo, aunque no acabo de llegar de vacaciones, también me siento atraída: pescado al horno, crema de hinojo, rollitos vietnamitas de verdura, una propuesta con 7 ensaladas para poder poner en nuestra mesa durante la estación cada día una diferente… (Aunque para compensar y darle un poco de carburante al corazón y a la nostalgia del cole -el que la tenga- también pienso copiar la receta definitiva de los dooonuuuts!!)
Y empiezo con esta crema verde preparada a modo de caldero mágico con verduras y hierbas que ayudan al cuerpo a depurarse y a recobrar el equilibrio.
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{para 4 personas}
para el sofrito_
- un diente de ajo picado
- medio pimiento verde picado
- una rama de apio blanco picado
- dos cebolletas o cebollas tiernas, picadas
para la crema_
- una cabeza de brócoli pequeña
- un trocito de jengibre fresco (unos 4 cm)
- dos puñados de hojas tiernas de espinaca
- un aguacate
- el zumo y la ralladura de una lima
- unas hojitas de albahaca, perejil o cilantro, a tu gusto
- para acompañar, yogur griego (opcional)
Saltear suavemente en una cazuelita ancha un diente de ajo, el pimiento verde picado, la ramita de apio blanco y dos cebolletas picadas con la mitad de su tallo verde durante unos minutos, hasta que la cebolla esté traslúcida.
Añadir 600 ml litro de agua y un poco de sal.
Añadir una cabeza de brócoli pequeña, separando los ramitos. Pelar el tronco del brócoli de su parte más exterior. Cortar el corazón interior obtenido en rebanadas y añadirlo al caldo. Añadir el trocito de jengibre .
Añadir las hojitas de espinaca.
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Dejar hervir a fuego bajo media hora.
Retirar el jengibre.
Añadir la pulpa del aguacate, el zumo y la ralladura de la lima y unas hojas de albahaca, perejil o cilantro, según tu sabor preferido y lo que tengas a mano.
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Triturar en una batidora.
Para accionar la batidora, protege la tapa con un paño y asegúrate de que tanto la tapa de la batidora como la del pequeño orificio vertedor están bien cerradas y bloqueadas. Batir a velocidad alta líquidos calientes es peligroso, procura estar muy concentrada en lo que haces y lleva mucha precaución.
Probar y ajustar el punto de sal, y añade pimienta recién molida si te gusta.
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Servir con unas hojitas de la hierba elegida y unas rodajitas de lima. Si quieres, añade un copo de yogur griego y un chorlito de aceite de oliva sobre él.
Muy feliz semana a todos.