quiches de primavera
Cuando era pequeñita tenía un disco-libro de Hispavox con el cuento de Mary Poppins.
Ponías el disco y escuchabas la historia, narrada en la voz de aquella mujer maravillosa que era la voz oficial de Disney en los 60 para el español, Amparito Garrido, «la narradora de cuentos de Disneylandia», con su dulcísimo acento mejicano.
Una voz inolvidable que sería la Blancanieves del primer doblaje en castellano, y después la voz de la madre de Bambi.
Ibas leyendo el librito, y cuando su voz había terminado de leer una página, sonaba la campanita de Tinker Bell, que era la señal mágica para pasar la página.
Ese disco-libro estaba en casa de mis padres, y yo conservaba un recuerdo tan fresco y afectuoso de él que no hace mucho lo busqué hasta que lo encontré en una librería de libros de segunda mano.
«¿Hasta cuándo te quedarás, Mary Poppins?
Sólo hasta que el viento cambie…»
Las cosas cambian. Como el viento.
Mary Poppins sólo promete quedarse hasta que el viento cambie.
Las historias terminan, y las mujeres no sabemos verlo porque no queremos verlo.
A menudo no tenemos especial interés en que terminen.
Nos gustan como están.
Podemos vivir en esa agua calentita un tiempo más.
Pero no.
Las historias terminan.
Y cuando no terminan, cambian.
Hay quien lo ve, y quien no.
En general los hombres son quienes mejor lo ven.
De hecho, a menudo son quienes soplan sobre el viento para hacerlo cambiar de dirección.
Tienen el instinto de la migración.
Saben cuándo ha llegado el momento de forma natural.
La Poppins tenía al Admiral Boom que cañoneaba cuando el viento cambiaba.
Qué buena suerte.
Aunque seguramente a ella tampoco le hacía mucha falta.
Pero a muchas de nosotras nos iría bien un cañonero que nos avisara de cuándo ha llegado el momento.
El viento ha rolado, viento del Oeste, fuerza 4.
Haz la maleta, sal de ahí.
Deja de ser tan cariñosa, deja de preocuparte, deja de estar pendiente, deja de poner tanto interés, estás tirando tu energía por el desagüe.
Suéltate.
Tu senda se ha ido a andar por delante de ti, sin tu permiso.
Como la sombra respondona de Peter Pan.
Y eso ha pasado porque vas muy lenta con tu mapa.
No estás leyendo bien las señales.
Te has atascado con el norte y el sur.
Y tu senda, que está viva, se ha cansado de esperarte y ha empezado sin ti.
Deja de andar ese camino.
Dale la vuelta al mapa.
Toma la primera bifurcación hacia el Oeste.
Es el momento de abrir la sombrilla y despegar.
Sólo unas pocas fuentes se mantendrán vivas año tras año, nos guste o no.
Y la energía hay que gastarla en alimentar los caños vivos.
Y siempre es mejor saber que no saber, ver el caño agotarse siempre es mejor que pretender que sigue brotando como antes.
Porque lo importante no es que cada caño se mantenga idéntico a sí mismo a través del tiempo, sino poder acostarse cada día con un flujo de agua entre las manos.
Hoy, dos quiches supernaturales para alimentar al cañonero interior.
Dadle de comer, chicas.
Creo que la verdad es que necesitamos esa veleta interior casi más que ninguna otra cosa en nuestra vida…
dos quiches de primavera
Hoy dos quiches que comparten masa, con dos rellenos diferentes.
La primera formada sobre un molde para poder hacer pared y rellenarla de las verduras pochadas y la mezcla tradicional de huevos batidos.
La segunda, de queso y tomates de estación, formada en plano.
Las dos fáciles de hacer y perfectas para una comida o una cena de primavera florecida.
{quiche de habitas}
- un puerro
- dos cebollas tiernas
- dos manojos de habas pequeñas y tiernas
- un manojo de ajetes
- un manojo de espárragos trigueros
- una butifarra catalana cortada en rodajitas o cualquier embutido de nuestro gusto (a ser posible artesanal o de una empresa de confianza)
- 4 huevos
- 200 cc de nata espesa
- sal y pimienta recién molida
Precalentar el horno a 180º.
Poned a pochar en una sartén con aceite de oliva virgen las cebollas cortadas en gajitos, los espárragos fileteados manteniendo las yemas enteras, las habitas, los ajetes y el puerro en rodajtas.
Mientras, sofreír la butifarra en otra sartén con muy poco aceite y a fuego muy suave. Cortarla en rodajitas.
Cuando las verduras lleven unos 15 minutos cociendo a fuego muy ligero, son su sal y tapadas, y estén suaves y lacias, apagar el fuego y reservar.
Preparar una masa quebrada salada.
(Si os da pereza, comprad una ya hecha. Pero de verdad, al menos una vez, atreveros a hacerla en casa.
Después ya juzgáis).
Colocar la masa sobre un molde de quiche desmoldable de unos 25 cm. Si es un buen molde, no hace falta enmantecarlo.
Si no lo tenéis claro, lo enmantecáis y luego lo enharináis un poco, desechando el sobrante, y a continuación colocáis la masa dentro del molde, ajustándola para que cubra sobradamente los bordes.
Una vez adaptada al molde, la que sobresale se corta con un cuchillo afilado desde dentro hacia fuera en cortes rápidos y sucesivos, o pasando sobre ella el rodillo ligeramente enharinado.
Si no hemos dejado reposar la masa en la nevera antes de amasarla y colocarla en el molde, ahora la metemos en la nevera media horita, con molde y todo (y si es posible, metida en una bolsa de plástico).
Las quiches con relleno cremoso o semilíquido siempre conviene cocerlas «en ciego» antes de la cocción definitiva con el relleno.
Una alternativa a esta cocción es congelar la masa cuando ya la tenemos dentro del molde (con el molde y todo, claro), y luego rellenarla y cocerla congelada.
Si queremos cocerla previamente, al sacarla del reposo de nevera pinchamos la base de la tarta con un tenedor, para que no se formen burbujas en el horno que levanten la masa. Luego se coloca sobre la masa un papel sulfurizado, y se vierten encima judías o garbanzos crudos, que hacen de pesos para que la masa no se levante, y la cocemos en horno caliente a 180º, 10 minutos. La sacamos, retiramos los pesos y el papel y la cocemos 5 minutos más (para que la masa pierda la humedad).
La dejamos templar en su molde sobre una rejilla mientras seguimos con el resto de cosas.
Batir los huevos, añadir la nata espesa, un pellizco de sal y pimienta generosa recién molida, mejor si está mezclada (rosa, verde, blanca, negra). O en todo caso rosa y negra.
Añadir las verduritas. Mezclar someramente, y verterla sobre la masa preparada.
Hornear unos 35 minutos, o hasta que el relleno se haya hinchado suavemente y esté ligeramente dorado.
Pura delicia verde.
{quiche de tomates de estación}
- tomates variados, a nuestro gusto
- unas hojas de albahaca fresca
- un queso de cabra de rulo
- queso feta en aceite, unos 20 cubos
- un poco de miel, aceite de oliva virgen extra, sal y pimienta
Sobre una base de masa quebrada, preparada de la misma manera, colocamos una capa de rodajas de queso de cabra de rulo, combinadas con cubitos de queso feta en aceite.
Por encima, disponemos rodajas de diversas clases de tomates.
Yo he dedicado espcial atención a los Raf y a los tomatitos pera mini, que tienen un dulzor sorprendente…
Buscad un buen proveedor de tomates, de variedades tradicionales no alteradas.
El tomate tiene que oler a tomate cuando lo compramos. Carne dulce y olorosas, hojas maravillosamente alcohólicas, con ese olor a trementina, que llevan dentro toda la esencia del verano.
Invertid tiempo en encontrarlos, a esos tomates que son tesoros. Olor y sabor van juntos.
Hay tomates preciosos que son tipo silicona: mucha cara pero no saben a nada.
A saber cómo y de qué estarán hechos. Huid de todo eso.
Buscad buenos tomates que huelan a tomate, uno de los frutos más deliciosos de la huerta.
Igual están más feos. Aprended a ir más allá de las apariencias. Vuestro olfato será la mejor guía.
Los rociamos con un buen aceite y un poquito de miel, y cocemos la quiche en horno precalentado a 180º de igual modo, unos 30-35 minutos o hasta que la masa se vea dorada y los tomates ligeramente caramelizados.
Al sacarla la volvemos a rociar con un hilo de un buen aceite, un poquito de sal (marina o de roca, pero que no contenga antiapelmazantes), pimienta fresca y unas hojitas de albahaca fresca.
Simples, sabrosísimas, saludables, de gran eficacia para la felicidad. Como el cañonero…
Feliz semana a todos!
Hermoso, mucho, profundo también…..pero desgarrador. He sentido que el corazón se aceleraba, se paraba….. Quería leer entre líneas que se me ha escapado estos días, que hay mas que no se. Parece ser que nada fundamental. Respiro hondo para recuperar aire.
Si es el momento abre la sombrilla y despega. Besos
Claro, en realidad hay más, pero no es muy importante. Para mí lo más importante en realidad es que ha servido para llegar a esta conclusión. Creo que a veces las mujeres, o algunas mujeres, por lealtad, porque nos da miedo dejar de complacer, dejar de ser buenas, porque estamos acostumbradas, por lo que sea, tendemos a ser demasiado tolerantes con el entorno. Y que hay que exigir más. Y preguntarse si todo eso que funcionaba antes aún funciona igual de bien. Y si no, pues eso. Abrir la sombrilla y buscar otros paisajes. Un abrazo muy fuerte!
Cuántos recuerdos, yo también escuchaba esos disco-libros, me has hecho recordarlos, con esa campanilla que sonaba al cambiar de página. Cómo disfrutaba con mis hermanas escuchándolos una y otra vez, la voz de esa mujer, ahora la recuerdo perfectamente. Pues me gustan tus consejos, a veces nos aferramos, quizás las mujeres tenemos unos valores más marcados y somos más leales, pero sin duda, hay que fluir y no aferrarse. Quizás hacer más caso a nuestra intuición.
Me encanta tu entrada, toda. Las quiches deliciosas, a ver si me atrevo con la masa, te haré caso.
Un beso muy fuerte
Jope! Así que tú también los tenías! ¿Verdad que eran un encanto?
Tienes toda la razón. Quizá nos aferramos no sólo por costumbre a lo conocido, sino porque tenemos asumida la lealtad como algo nuestro. Y sí, supongo que eso es lo que hay que hacer, tengo una amiga que dice que hay que hacer caso «a la patatita». Pues sí.
¿Te acuerdas de aquella novela de Susana Tamaro, Donde el corazón te lleve?
«Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día en que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aún. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve.»
Gracias y un beso muy fuerte, Ana.
Gracias por la frase Fernanda, no lo he leído…tendré que hacerlo :) Besitos
Hola Fernanda,
yo recuerdo los del «Cambia papá…» :-)
La masa quebrada, ¿no la cueces en blanco?
Sotes,
Jose
Jajajajaja. Pues sí. Esos también.
Me has pillao, bandido. Pues lo de cocer en ciego, según lo gansa que esté…
Y últimamente ando bastante gansa ;)
Será la primaveraaaaaa
Besazos! Y buen día!
p.d.: (si alguien va y lee este comentario, que sepa que Jose tiene toda la razón, una quiche (cualquier masa brisa) siempre queda mejor si se cuece en ciego antes de cocerla con el relleno… Si no se hace, la base puede no quedar tan crujiente como las paredes. Por si el que lo lee lo necesitara, aquí podéis mirarlo.)
Dos recetas al precio de una. Yo no llegué a conocer estos libros pero me parecen una idea simplemente preciosa, has hecho bien en buscarlo. En cuanto al resto, me has emocionado, pero no estoy de acuerdo en qué no sepamos ver, más bien no queremos ver, nos agarramos a muchas cosas por miedos y dudas. Pensamos demasiado, las mujeres somos seres más sensibles, es un don, pero damos demasiadas vueltas a las cosas y con frecuencia nos agarramos a historias que hace tiempo dejaron de tener sentido. Me alegro que no gastes más energía con ello. Un beso enorme.
Tienes toda la razón. Eso es lo que nos pasa. Nos da miedo soltarnos. Qué reconfortante compartir estas cosas con tanta exactitud… ¡Feliz día Sonia! Un beso!