pollo relleno de peras y salvia
pollo relleno con peras y salvia
Siguiendo aquel espíritu sobrio de Sacolín, este año tenía ganas de hacer una comida con ingredientes cotidianos; nada extravagante, algo muy bueno pero en la mejor tradición de la cocina hogareña y modesta.
Así que como la Navidad es tiempo de aves: pollo; y como es tiempo de fruta de invierno, que trae el dulzor que el sol no tiene siempre, pues peras. Y para el perfume, salvia: vigorosa, amaderada, caliente, masculina. Perfecta para un día de invierno.
Yo tenía 9 personas a comer, y encargué 3 pollos de corral.
Así todos pueden comer muslo y contramuslos, o alitas, y la pechuga queda para el fan de la pechuga (que en mi casa soy yo) y el resto de pechugas quedan para la masa de croquetas (y te salen unas cuantas docenas de maravillosas croquetas caseras, que se pueden congelar de a pocas y que son un avío perfecto para la cena de las largas y rumorosas noches de enero).
{para la comida de Navidad de una tropa de 9-10 personas}
- 3 pollos de corral vacíos preparados para rellenar, si son ecológicos, mucho mejor
- 350 ml de brandy
- sal y pimienta
- mantequilla a temperatura ambiente
- hilo de bridar
- hojas de salvia
- ramas de tomillo fresco
{para el barniz del pollo}
- 1 vaso de vino blanco
- 1 vaso de miel
- 1 vaso de caldo de pollo, carne o cocido
- 2 peras de invierno maduras, en trocitos
- 50 gr de mantequilla
Mezclar los ingredientes en un cacito, llevar a ebullición, cocer 5 mimutos, retirar del fuego y pasar por la batidora de mano.
{para el relleno}
- 2 cebollas dulces picadas y pochadas en aceite
- 3 peras de invierno cortadas en cubitos
- una docena de hojas de salvia, cortadas con las manos en trocitos
- un puñado de hojas de perejil picadas, y tomillo fresco en hojas
- un puñado de pasas sin hueso
- un puñado de piñones
- un puñado de nueces en trozos
Unir los ingredientes y salpimentarlos.
{para acompañar en la bandeja}
- 3 manzanas Royal Gala (o manzanas rojas de invierno)
- 8 peras de invierno
{para las cebollas de acompañamiento}
- cebolletas de ristra o o cebolllitas francesas al gusto
- aceite de oliva y mantequilla
- medio vaso de caldo o de agua
- una cucharada colmada de azúcar moreno, de miel o de jarabe de arce
Pelar las frutas y cortarlas en trozos no muy pequeños.
Rellenar las cavidades de los pollos con el relleno ya preparado. Cerrar las cavidades con un palillo. Atar las patitas con hilo de bramante o de cocina.
Untar bien los pollos con la mantequilla a temperatura ambiente, como si les diéramos una crema.
Salpimentarlos.
Colocarlos en la bandeja.
Colocar alrededor la fruta en trozos.
Esparcir las hojas de tomillo sobre la fruta, y verter el brandy (sobre la fruta, no sobre el pollo).
Meter la bandeja a horno ya caliente a 150 grados. Colocar el temporizador en porciones de tiempo de media hora. Cada media hora, barnizar el pollo con el barniz que hemos preparado. Cuando el pollo lleva una hora, bajar la temperatura a 130 grados. Seguir cociendo una hora y media más. El pollo estará listo, la carne, cocida lentamente, estará melosa y tiernísima, y la piel, barnizada varias veces, de un intenso color dorado, y la fruta blanda y caramelizada.
Mientras el pollo se cocina, preparar las cebolletas. Pelarlas enteras y colocarlas en una sartén de fondo grueso con una cuchara de mantequilla y otra de aceite de oliva, a fuego muy bajo. Dejad que se vayan haciendo durante 20 m, dándoles la vuelta cada 5 m. Añadir el caldo y dejar que se reduzca. Cuando ya apenas queda caldo, añadir el azúcar, la miel o el jarabe de arce. Dar unas vueltas para que las cebollitas se barnicen bien y apagar el fuego.
Verter el jugo de la bandeja en un cazo.
Añadirle dos cucharadas de maizena. Dejarlo reducir unos 10 m. Colarlo. Pasarlo a una jarra de servir.
Trinchar el pollo, repartir las piezas y el relleno. Añadir unas cebollas caramelizadas. Sacar a la mesa la jarra con el jugo reducido.
Y a disfrutar.
¡Feliz Navidad para todos!
Hola Fernanda,
soy de esos tipos a los que la vida le ha llevado a que no le guste la navidad, aunque eso no significa que se la amargue a los demás. Convivo con ella, como lo hago en el calor o el frío; de una forma, sólo, natural.
Hay en la navidad algo que me resulta más chulo que los ojos de un niño. Creo que son los ojos de un niño que recien acaba de «perder el don» y colabora, ilusionado, con sus padres, en que sus hermanos pequeños mantengan esa ilusión y se emocionan con sus sorpresas al abrir los regalos. Eso sucede y eso, para mi, sí es navidad.
Saludos,
Jose
Jose, qué conmovedor apunte éste. Cuando mi amigo me contó esa historia, lo que más me emocionó fue el interés de los demás niños, los que ya «sabían», en proteger la ilusión de los que aún no hablando con el maestro.
No conozco tu historia… A mí siempre me ha encantado la Navidad… pero entiendo muy bien, porque hace años que a mí también me pasa, que a veces es imposible mantener la inocencia que uno tiene para otras cosas esos días. Es como estar rodeado de Maléficas… ;)
Creo que tienes mucha razón, y que si hubiera que resumir el espíritu de la navidad hoy en día, sería ése: el de niños «que ya ven» y sin embargo se preocupan de mantener la ilusión de otros niños. (¿Como si protegieran su propia infancia? ¿Como si hicieran una declaración de lo que ha sido importante para ellos? O como si establecieran el nuevo vínculo que les liga a los adultos como protectores de la inocencia de los niños que aún son niños…) No lo sé. En todo caso, tienes toda la razón. Gracias. Y feliz noche de fin de año.
La receta la escribiste, es tan sencillo cuando tú lo cuentas!
Vas quitando (o añadiendo) capas hasta que describes maravillosamente los sentimientos.
Me ayudas mucho, Fer.
Querida Marina, si es cierto que te ayudo, menudo regalo de año nuevo! Las amigas en el tempo largo son como la fibra que sostiene esa especie de alfombra de la que estamos hechas las mujeres. Cuando alguna sufre, las otras nos estremecemos. Estamos imbricadas en una trama como la del tejido, que curiosamente siempre hacían mujeres. Si un hilo se tensa, todos los demás lo acusan. Quizá nos cuesta cumplir estos espléndidos 50 años que ya hemos cumplido entender eso. Pero ahora, afortunadamente, ya hace algún tiempo que lo hemos entendido. Un fuerte abrazo. Tu Fer.
Precioso relato lleno de verdades,
bonitas fotos de vida y felicidad,
inspiradora introducción que me toca directamente,
y una receta que ya quisiera yo haber probado.
¿Qué mas se puede pedir? :)
Álex ha vivido esta navidad desde el otro lado. Hemos visto como ponía cara del que está por primera vez entre bambalinas y descubre que no había magia, pero que hacerlo creer es igual de divertido o más.
Se le veía pensativo, como visualizando el «making-of» de las navidades anteriores. Parecía triste pero te miraba y sonreía.
Ahora entiende porque Papá Noel no le trajo un cocodrilo de verdad hace unos años, pero ahora sabe a quien reclamar cuando no se acierta del todo. ;)
Besos Fer!
Siempre me maravilla tu manera de contar las cosas: siempre está todo lo preciso para que puedas imaginarlo como su fuera una película. Mi querido Jaime, tu historia ha sido uno de mis regalos de Navidad. Gracias. Por todo.