espárragos blancos con brotes
{para dos personas}
- 8 espárragos blancos frescos
- 4 cebolletas frescas fileteadas
- dos clases de brotes diferentes, a la elección del mercado y de cada uno (yo, lentejas y espárragos guisante)
{para el pesto de brócoli}
- la mitad de un ramillete de brócoli pequeño, cocido al vapor hasta que esté tierno
- un puñado de piñones
- un puñado de almendras crudas sin piel
- tres cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- 100 gr de queso parmesano
- 2-3 cucharadas de agua de cocer el brócoli
- unas escamas más de queso parmesano
- dos huevos duros pelados
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Pelar los espárragos con un pelador de patatas, empezando donde termina la yema.
Pelarles una capa de la piel más dura que lo protege, cada espárrago te va diciendo al tocarlo según vas quitando piel si debes pelar más o no.
Retirar también unos centímetros del pie de cada espárrago, unos 4 cm, pero también podemos hacer como con los trigueros, los cogemos de los dos extremos y los curvamos hacia abajo, y enseguida veremos por dónde tiende a partir el espárrago naturalmente.
De un espárrago a otro, según su grosor y lo crujientes que están, el punto cambia ligeramente.
Pasarlos al vapor o cocerlos en agua hasta que estén tiernos, unos 10-15 minutos.
Como todas las verduras, mejor que queden crujientes y al dente que pasarnos de cocción.
Colocar todos los ingredientes del pesto en una procesadora y batir hasta obtener una textura cremosa y homogénea.
Añadir el agua si es necesario hasta ajustar el punto del pesto, debe quedar una textura similar a la de la mayonesa, aterciopelada y consistente pero no densa.
Ajustar el punto de sabor con sal y pimienta.
En el plato, colocar un lecho de pesto, y sobre él los espárragos, las cebolletas, los brotes y los huevos duros. Rociar con aceite de oliva y con las escamas de parmesano, y colocar unas escamas de sal sobre la yema del huevo.
Listo.
Una cena perfectamente equilibrada, variada en vegetales y con las proteínas del huevo, ligera y reconfortante, que se prepara en unos pocos minutos y tiene un sabor intenso y delicado.
Si nunca habéis probado los espárragos blancos hechos en casa, hacedlo: como suele ocurrir, su sabor no tiene nada que ver con los que comemos en conserva, ni siquiera con los de excelente calidad, y veréis qué sorpresa más agradable.
Y si en efecto os han quedado ganas de repetir, podéis ir a comprar unas lonchas de un buen jamón serrano y probar con éstos.