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Escrito por el Jun 10, 2021 en cocina de cosecha, santo bocadillo | 0 comentarios| etiquetas: cenas de sofá, comida corazón, comida del hogar interior, comida para comer con los dedos, sandwich

sandwich de pastrami

El sandwich de pastrami es un deli que la ciudad de Nueva York ha vuelto mitológico.

En realidad el pastrami no es propiamente un fiambre, sino algo más parecido a una conserva de carne de ternera. La carne se mete en una salmuera y después se recubre de especias y se ahuma.

Al parecer la preparación procede de la gastronomía rusa y húngara que llevaron hasta la isla los primeros emigrantes, y pasado el tiempo se fue convirtiendo, como otras costumbres que procedían de otros territorios, en una seña de identidad asimilada y defendida con orgullo y placer.

Si habéis visto «Cuando Harry encontró a Sally» (o habéis leído alguna entrada de este cuaderno en la que hablo de eso), un sandwich de pastrami es lo que Sally está «reordenando» en un súbito arrebato de orden maníaco en la escena en que Sally y Harry están sentados en la cafetería Katz discutiendo aquello tan ochentero de si las mujeres pueden o no fingir un orgasmo. La escena es genial, y el sandwich luciría mucho más sensual y apetitoso si Sally no lo desmontara y reordenara como si estuviera trabajando en una cadena de montaje. A lo que parece, la mesa donde se sentaron está señalada en la cafetería y aún quedan forofos que piden sentarse en ella ; )

Dejando a un lado los instintos compulsivos de Sally, hay que decir que si una cosa es el sandwich de pastrami, sin ningún género de dudas, es una invención voluptuosa y sensual.

Perfecta comida de calle, sofá y ya entrando a mayores, de pre y post orgasmo, el sandwich de pastrami es, como la pasta carbonara y la tortilla de patatas, una comida sin defectos.

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Dicen los que saben que el más famoso sandwich de pastrami y el mejor pastrami para llevar a casa de Nueva York lo sirven en Katz, una tienda de delicatessen estilo Kosher, abierta desde 1888. La verdad es que las imágenes actuales seducen por sí mismas.

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Mi receta no reproduce la sobria receta original sino que añade cebolla y queso suizo, matrimonio celestial para mi gusto, y ya cada uno, una vez en satisfactorio conocimiento de la materia, puede quitar o poner según su propio antojo.

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Aquí, obviamente, como no estamos en Nueva York ni tenemos un Katz a mano, lo fundamental es encontrar un pastrami de calidad. Yo he comprado el mío en el Mercado Central, en Manglano, y me ha parecido soberbio.

Hay pastrami de calidad envasado al vacío comercializado en superficies especializadas, como éste.

El pan tradicional es un pan oscuro, de centeno o cuando menos, integral. Yo he gastado pan de molde de centeno pasado por la sartén con mantequilla.

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Dentro, colocamos una capa de grosor abundante de pastrami, una de las señas de este sandwich, pastrami «al montonet» (que siempre viene cortado muy fino), y encima una capa de gruyere. Sobre el gruyere, una capa de cebolla caramelizada, una cucharadita de mostaza antigua, y un pepinillo agridulce fileteado. Encima, otra rebanada de pan y otra capa de pastrami. Más mostaza antigua, un poco de mayonesa, más pepinillo.

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Listo.

Engrasaos las bisagras para poder abrir bien la boca ; )

Un poco de ensalada o unos tomatitos, otro pepinillo fileteado coronándolo, y a volverse locos un ratito.

 

· SED FELICES ·

 

 

 

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