membrillos confitados
· membrillos confitados ·
· para cuatro raciones · temperatura del horno: 150º · estado de ánimo: cosquilleante ·
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- 4 membrillos
- 475 gr de agua
- 150 gr de azúcar (blanco o integral)
- 1 vaina de vainilla o una cucharadita de pasta de vainilla
- 2 ramitas de canela
- 10 clavos
- 3 vainas de cardamomo, abiertas y machacadas
- la corteza de una naranja rallada
- el zumo de medio limón
- queso ricotta, queso crema, requesón o yogur griego para coronarlos, si se quiere
- 2 cucharadas de una miel perfumada y suave para el queso
- un pellizco de canela
- pistachos pelados, picados gruesos y tostados para poner encima del queso
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Aquí en mi tierra, aunque es territorio de membrillos, hay poca costumbre de cocinar con ellos.
Te los encuentras silvestres en los campos y en muchas riberas de sendero, y rara es la parcela rural que no tiene uno, pero la única receta mayor aquí es la de la carne de membrillo, un básico de la cocina dulce española que aún se prepara artesanalmente en muchas casas en las que queda quien cocina de firme.
No tenemos el gusto ni la afición de utilizarlo en asados, ensaladas, mermeladas o confitados, como esta receta de hoy.
El membrillo es un fruto difícil, rebelde. Un fruto duro, amargo y astringente, aunque fragante, que resulta poco amable para morder a pie de árbol, así que nuestra relación con él es una historia de experimentación y conocimiento. Una domesticación lenta, concienzuda y amorosa. Y quizá fue precisamente su perfume lo que convenció al hombre de que había que ser un poco mimoso con él.
En el árbol comienza velludo y aterciopelado como los melocotones.
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Y después se parece cada vez más a una manzana o a las peras de invierno, irregulares, potentes y doradas.
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Un gran desconocido en muchas mesas, puede ser el nuevo y agradecido huésped de tu cocina cada invierno.
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La receta es sencillísima, y llena la casa de un perfume floral extraordinario.
Precalentar el horno a 150º.
Preparar el sirope que vamos a verter sobre los membrillos en la bandeja del horno: mezclar el agua con el azúcar, las especias, el zumo de limón y la cáscara de naranja y llevar a ebullición.
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Lavar los membrillos, partirlos por la mitad a lo largo y eliminar el corazón con un cuchillo afilado.
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Colocarlos en una fuente de horno y verter el sirope caliente sobre ellos.
Meter la fuente al horno, durante dos horas.
Cada veinte minutos ir bañando los membrillos con el sirope.
Un par de veces durante la cocción darles la vuelta para que se vayan horneando de modo uniforme, terminando con los membrillos hacia arriba.
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Y mirad que aspecto tan maravilloso.
La carne de los membrillos, acidulada, crujiente y dura, se ha transformado en una pulpa suave y jugosa, de un extraordinario coral anaranjado, dulce y perfumada, y el sirope en un almíbar espeso y ambarino.
Colocar los membrillos en una fuente de servir, rociar con el almíbar, coronar con una cucharada del queso o yogur elegido batido con la miel y una lluvia de pistachos.
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Un plato sensual que despierta el apetito más primaveral y convoca en la imaginación mundos de leyenda.
Opulento en su simplicidad, me parece una invitación perfecta para celebrar el final del invierno invocando a la fantasía y al gozo sensorial, las esencias mágicas de la primavera.
Esta receta viene del blog Viktoria’s Table.
Maravillosa receta
Guapaaaaaaaa!!! Sumaaac!!