coca en molles
Henner ha comprado en el Oeste algunos ingredientes que le encargué: vainilla, canela, jengibre y cosas así, de cuya existencia he sabido por Gisela. En la cocina huele tan bien que él sale una y otra vez sólo para volver a entrar.
Daniela Krien, Algún día nos lo contaremos todo
Éste es el otro postre que más recuerdo de mis veranos de infancia en Castellón: coca en molles.
Un postre que pertenece a la casta de las delicias de fin de mes, para cuando había que estirar lo que quedaba de sueldo. Como el arroz con leche y las torrijas, son dulces que se podían preparar con cuatro ingredientes básicos, baratos y totalmente corrientes. Eso es algo que me fascina. Igual que el pan. Cómo a partir de algo tan sencillo y tan poco sofisticado la imaginación ha creado sabores y sensaciones tan reconfortantes, evocadoras y maravillosas.
En el pueblo de Benicasim las vendían en todos los hornos. Allí la hacían dulce, aunque en otros pueblos, sobre todo en Alicante, la preparan sin azúcar y entonces es como un pan suave y untuoso. La masa de la coca estaba doradita y crujiente, y por encima llevaba una espuma mollosa hecha con copos de harina y azúcar que olía suavemente a limón.
El hornero te la envolvía en una hojita fina de papel blanco, le daba la vuelta como a un caramelo y cerraba la papelina rizando el papel entre los dedos. Si habías madrugado para ir a comprarla con la bici, cuando el hombre te ponía el paquete en las manos aún estaba tibio y desprendía una fragancia que te hacía cerrar los ojos.
La colocabas en la cestita de la bici con el mismo cuidado que a un animalito y echabas a pedalear hasta casa mientras se te hacía la boca agua pensando en el rato perfecto que ibas a pasar en la terraza, que olía a mar y a césped, desayunando leche con coca.
Siempre me he dicho a mí misma que en la vida de cada uno, a lo largo de los años, la felicidad termina oliendo a algunas cosas.
Y ésta es una de las cosas a las que huele para mí la felicidad: a coca en molles calentita, recién sacada del horno una mañana fresca y rasa de septiembre.
{para la masa}
500 gr de harina
100 cl de agua
100 cl de aceite
100 cl de vino
un pellizco de sal
40 gr de levadura fresca de panadero
un chorrito de anís
{para las migas}
300 gr de harina
100 cl de aceite
3 puñados de azúcar
20 gr de sal
la ralladura de un limón
Amasamos juntos todos los ingredientes de la masa, con la levadura deshecha en un poco de agua tibia. A los pocos minutos de trabajarla se obtiene una masa aterciopelada y elástica que se desprende de las paredes del cuenco.
La extendemos muy fina a rodillo haciendo varias cocas o una sola más grande sobre papel sulfurizado, y cuando están listas les levantamos un pequeño bordecito.
Para preparar las migas mezclamos los ingredientes con una cuchara de madera y obtenemos una pasta que forma copos. Los dejamos caer sobre la masa, y pulverizamos con algo más de azúcar.
Para prepararla con Thermomix, colocamos juntos los ingredientes de la masa en el vaso y amasamos 3 minutos, velocidad espiga.
Para preparar las migas, colocamos los ingredientes en el vaso de nuevo, y batimos 10 segundos, velocidad 3.
La horneamos 30 minutos a horno precalentado a 185º.
Y obtenemos una pura delicia recién sacada de la infancia, para comer en casa con los ojos cerrados imaginando que es verano y huele a mar y a césped…
Recuerdo también de mi infancia; de mesetario de vacaciones a finales de verano y comprar estas cocas en Alicante, en mi caso saladas y con un intenso sabor a manteca. Recuerdo más su sabor que su olor. Eso y la pequeña panadería / pastelería y el ultramarinos y aquella otra tiendita… Todo eran pequeñas y amigables tiendas de un barrio de pescadores ( http://wp.me/pDtgr-ad ).
Saludos,
Jose
Me impresiona lo parecidos que son las sensaciones que contienen nuestros recueros, aunque los recuerdos en sí no sean los mismos. Precioso tu texto. Totalmente carnal. Muchas gracias Jose. Y un beso.
¡Ay! y una pregunta. Indicas levadura fresca de panadero, pero no hay levados. ¿Es así o debiera ser levante químico como para los bizcochos?
Gracias & saludos,
Jose
Sí, aunque no lleva levado propiamente dicho, verás que en el ratito que andas trasteando con las migas mientras la masa ya está extendida en la llanda va subiendo a buena marcha, y otro poco en el horno, y así la masa queda un poco con sabor a pan mullido…
¡Anda! pues no se me había ocurrido que se pudiera utilizar la levadura fresca para estos menesteres :-)
Muchas gracias.
Jose
Pues yo la torta en molles que recuerdo y que mas he comido es la hecha por mi madre (tu abuelita), pero las molles no las hacia así, sino que simplemente ponía harina, azúcar y aceite y las hacia de dos maneras destapadas, como esa tuya y juntando los cuatro puntas en el centro y quedaba tapada. Cualquiera de ellas le salía deliciosa, pero tapada era para llevarla a un concurso. Besos y de nuevo GRACIAS!!! muchas gracias por la sorpresa que me ha llegado hoy. No se si merezco tanto…. pero tu me haces sentir que si!
Sí, es verdad, en Castellón se hace muy a menudo así, combinando el aceite, la harina y el azúcar en capas. Tapada o destapada. Y de lo otro qué te voy a decir: que toooooó, te lo mereces toooooó peazo chiquilla que no llegas ni a quince!!!