galette de higos y moras
{para la masa de galette}
- ⅔ cup (85g de harina de centeno
- ⅔ cup (85g) de harina normal
- ½ teaspoon de sal
- 125 g de mantequilla fría
- ½ cucharada de vinagre de manzana
- 60 ml de agua helada
{para el frangipane de avellana}
- ½ cup de avellanas tostadas, molidas hasta textura de harina gruesa
- ¼ cup de azúcar blanca
- 45g de mantequilla
- 1 huevo
- ½ teaspoon de esencia de vainilla
- ¼ teaspoon de sal
- 2 tablespoons de harina de centeno
{para el relleno de fruta y el acabado}
- 1 teaspoon de esencia o pasta de vainilla
- la corteza rallada de un limón
- 3 tablespoons de azúcar blanco
- 2 teaspoons de harina
- un pellizco de sal
- 7 higos grandes partidos en rodajas gruesas
- 1 cup de moras
- 1 huevo batido con un poquito de agua para el brillo
- azúcar moreno (demerara, panela) o dorado para rociar la galette
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Para la masa. Mezclar en un cuenco las dos clases de harina y la sal y la mantequilla fría cortada en cubos.
Frotar los cubos contra la harina con los dedos, hasta conseguir una textura de migas.
Añadir poco a poco la mezcla de agua y vinagre de manzana para ayudar a que la masa se amalgame, sin amasar, sólo la que sea necesaria.
Pasar la masa a la encima aún desestructurada. Apretarla con las manos o con una rasqueta de panadero, varias veces, sin amasarla, hasta que tome forma.
Esto permite que la mantequilla no se disuelva en la harina sino que se estructure en capas, y es lo que da a la masa quebrada su textura hojaldrada y crujiente.
Cuando esté amalgamada y no se deshaga, envolverla en film y pasarla a la nevera mientras hacemos el resto del trabajo, al menos una hora.
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Para el frangipane. En el bol de la amasadora o con un batidor de varillas, batir la mantequilla con el azúcar hasta que la mezcla este cremosa, espumosa y pálida.
Añadir el huevo y la vainilla, y batir hasta que recupere la esponjosidad.
Añadir la harina, la sal y las avellanas molidas, e integrar con una espátula.
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Para el relleno de fruta. Mezclar en un cuenco la vainilla, la cáscara de limón rallada, la harina, el azúcar y la sal. Añadir la fruta y mover la mezcla hasta que la fruta quede impregnada.
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Sacar la masa de la nevera y extenderla con un rodillo sobre un papel sulfurizado hasta formar un círculo amplio, de unos 30 cm. No es preciso esforzarse en que sea perfectamente regular.
Colocar el frangipane en el centro de la masa y extenderlo hacia los extremos formando una capa uniforme, reservando 4 cm de masa sin ocupar, para poder formar el borde de la galette.
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Colocar la fruta sobre el frangipane. Doblar los bordes reservados hacia el centro, presionando suavemente contra el relleno, y arreglando cualquier pequeño trozo de masa que se haya partido o roto.
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Refrigerar en la nevera otros quince minutos.
Encender el horno a 200º.
Batir el huevo con la pizca de agua.
Al sacar la galette de la nevera, pincelar el borde de masa con el brillo de huevo.
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Espolvorear el brillo con azúcar moreno, y hornear 30-40 minutos, hasta que la masa esté dorada y la fruta brillante, jugosa y burbujeante.
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Perfecta para terminar cualquier comida de verano: sencilla, al pie de una piscina, íntima, alocada, tumultuosa… Queda bien en todas!
Esta es una receta del blog The brick Kitchen. La receta de la masa quebrada de centeno que lleva esta tarta proviene a su vez del blog Apt. 2B -Baking Co.
Además del blog, Apt. 2B -Baking Co. tiene un precioso libro de postres a la venta.
Hola Fernanda,
(…)
Las galettes, este tipo de galettes, me resultan la antítesis del cuquismo. Y me encantan.
son la cocina, la temporada, el compartir, el sonreir, el sol, la brisa, las nubes, los trinos… la vida. El ser frente al parecer.
Besos.
Jose
Jajajajajaja. No lo dices pero ya se te ve la patita de qué es lo que opinas del cuquismo, tú. Pues sí, a mí también me encantan estas tartas de alma rústica, que parecen hechas sobre la marcha con lo que había en la despensa y sin emplear tiempo en florituras, que el hambre arrecia y hay gente esperando a la mesa. Siempre me hacen pensar en aquello que describía Noteboom de la luz meridional. Que es para mí una de las imágenes perfecta de la felicidad. :) Besos!
La belleza es necesaria. ¡No podemos vivir sin belleza! En la cocina la belleza está al servicio del sabor. El sabor al servicio de la estética es gastronomicamente inmoral.
Besos.
Jajajajajajaja. Qué tremendo que eres. Pobres amantes de las tartas de fondant. BESO