pastel de calabaza
pastel de calabaza de Todas las Almas
{para la masa quebrada dulce}
75 gr de azúcar blanco
150 gr de mantequilla
225 gr de harina
{para el relleno}
450 gr de pulpa de calabaza asada
una pizca de sal
100 gr de azúcar moreno
media cucharadita de canela molida
meia cucharadita de nuez moscada molida
media cucharadita de jengibre molido
1 cucharadita de miel
la corteza rallada de una naranja
la corteza rallada de un limón
2 huevos
Primero preparamos la pasta: derretimos a fuego bajo la mantequilla y le añadimos el azúcar, removiendo hasta que se emulsione.
Después le añadimos la harina tamizada y revolvemos con una cuchara de madera hasta formar una pasta mantecosa que se desprende de las paredes del molde. La dejamos enfriar. Cuando está un poco fría obtendremos una pasta migosa que se deshace entre los dedos. Llenar moldes con ella se parece mucho a cuando llenábamos los moldes de castillos con la arena de la playa de pequeños.
Preparamos la pasta del relleno: pesamos la cantidad de pulpa de calabaza, le añadimos las especias, el azúcar, los huevos y las cortezas de naranja y limón.
Cogemos el molde (a ser posible desmoldable) y formamos sobre él la corteza de la tarta amalgamando las migas de masa con los dedos. Está bien que la masa quede un poco potente. Está deliciosa así: una masa gruesa con una capa ligera de calabaza es una combinación maravillosa. Cuando está a nuestro gusto, vertemos sobre el relleno sobre la masa, lo nivelamos, y al horno.
Yo he preparado también algunas hojitas otoñales como adorno con los sobrantes de la masa. Si nos gusta así, las colocamos sobre el relleno, y llevamos la tarta al horno precalentado a 190º, entre 40 y 45 minutos, o hasta que la superficie esté levemente hinchada y dorada y cuando insertamos un palillo en el relleno salga limpio.
Y listo.
Esta tarta es de tradición americana, allí se hornea en las casas el día de Acción de Gracias, y se come con crema fresca batida espolvoreada con nueces picadas y jengibre.
Las calabazas son el fruto más mágico del invierno, una buena compañía para invocar a los espíritus y celebrar con ellos nuestros lazos inexpugnables.
Bueno, y ahora ya sabéis lo que viene.
Queridas y queridos, serviros una ración generosa, dejad un trocito en un bonito plato delante de la foto de quienes amáis y no están hoy aquí, y concentraros en ser felices.
Que es la mejor manera de honrar el valioso tiempo que tenemos entre las manos.
Carpe diem, queridos.
Feliz semana a todos.
!Que fuerte! !que hermoso! !que cierto!. Evidentemente nada volvió a ser igual. Era el verdadero «pater familia». Donde el iba íbamos todos, cuando el decía todos hacíamos. Nos dio luces y sombras, pero mucho amor, mucho cariño, mucha dedicación. Hoy 43 años después al leer tu escrito y ver las fotos, todas las vivencias se remueven con alegría porque fueron hermosas y con dolor porque la pérdida fue muy dura, en segundos. Efectivamente, todos ellos los abuelos, el tío, no están con nosotros, pero siguen vivos en nosotros.
Vivos, sí. Vivos, todos, hoy.
Y ni tú ni yo seríamos quienes somos hoy, si ellos no hubieran pisado nuestra tierra antes con sus pisadas radicalmente personales.
Qué bonito es echar de menos a alguien que nos dio pistas de cómo entender el mundo, y de cómo ser una persona feliz y buena en este mundo, tan difícil de entender. ¿No te pasa a ti eso también?
Un abrazo muy, muy fuerte.
yo… me he quedado mudo!
besosssssss
Es que son días especiales, verdad? Hay que acordarse de todas esas cosas… Un beso muy fuerte, primo! p.d.: esta semana, la de la coca en molles!
Eres una mujer de palabra.
qué pinta tiene esa coca!!!
Seguro que mi hermana Amparete o Luis la preparan este fin de semana.
Muchas gracias por atender mi petición!
Te decía ayer que tu abuela siempre me llamaba cuando la preparaba en Benicasím y me pegaba unas zampadas….
Qué rico tía Marita!!!
Un beso muy fuerte
Me encanta tu blog porque me trasladas a unos tiempos MARAVILLOSOS!
Qué suerte hemos tenido prima!
Y tenemos! que no me quejo!pero es que tuvimos una infancia… privilegiada!
Querido Jose! Jua, qué bien si la preparan!! Que ellos dos son tiraós p’alante con la cocina, es verdad, aún me acuerdo de las recetas que me contaron el día que comimos el otro verano. Gracias Jose, es verdad que en nuestra infancia hubo cosas maravillosas, y que rescatarlas hace mucho bien, porque ahora, aunque como tú dices, no nos quejamos pero es todo más difícil. Aunque conservar la mirada de niño, y volver a ella de vez en vez, es muy importante. Quizá por eso estoy haciendo esto! Un beso fuerte primo!