galletas de queso y hierbas
- 210 gr de harina común (1 cup y 1/4 de cup)
- 120 gr de queso cheddar o parmesano rallado (1 cup)
- 1 cucharada (tbsp) de tomillo fresco picado muy fino
- 1 cucharada (tbsp) de hojitas de tomillo fresco
- 1 cucharadita (tsp) de semillas de nigella
- hojitas de hierbas o pétalos de flores (pensamientos, violas, caléndulas, hinojo)
- 115 gr de mantequilla a temperatura ambiente
- 1/2 cucharadita (tsp) de sal
- si hace falta, una o dos cucharadas de agua
Preparamos la masa de las galletas: hay que conseguir amalgamar la masa sin que se desmigaje pero sin que se convierta en una masa homogénea como las de pan. Una buena manera de conseguirlo es trabajarla dándole unos cuantos golpes en un procesador de alimentos. Mejor golpes cortos que pulsaciones largas, y solo cuatro o cinco, hasta que la mantequilla se vaya adhiriendo a la harina formando migas gruesas primero y después se quede integrada en una masa suelta.
Si cuando la masa está en este estado de migas gruesas apelmazadas ya entre ellas, la aprietas entre las manos, conseguirás amalgamarla sin que se convierta en una masa fina. Si la masa sigue demasiado migosa y no se mantiene integrada aún, añade el agua. Empieza con una cucharada, y si la necesita añade una segunda. Ahora debería integrarse al apretarla contra tus manos y plegarla sobre sí misma contra el banco. Forma con ella un disco grueso del tamaño del cuenco de las manos, envuélvela en film transparente y resérvala en la nevera durante media-una hora.
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Pasado el reposo, sacamos el disco de masa de la nevera y lo pasamos a la encimera enharinada.
Extendemos la masa a rodillo hasta que alcance una altura de medio centímetro aproximadamente (o de la altura que quieras darle a las galletas). Puedes hacerlo enharinando el rodillo y la encimera, o colocando la masa entre dos hojas de papel sulfurizado. Comienza presionando la masa con cuidado haciendo presión hacia abajo con el rodillo varias veces, recorriendo su superficie de forma sucesiva. Eso te ayudará a vencer la resistencia inicial del disco grueso de masa. Cuando ya esté más bajito, comienza a extender con el rodillo, desde el centro hacia los bordes. Ves dando la vuelta a la masa para asegurarte de que no se pega a la encimera, si estás amasando sin papel sulfurizado.
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Cuando esté lista, corta las galletas con un cortador de galletas o con el borde de un vaso fino, por ejemplo. Yo he gastado un cortador de borde ondulado. Si has preparado las hierbas y flores para decorarlas, unta la superficie con un poco de agua y presiona suavemente las hojas contra ella para hundirlas y que queden fijas. En las primeras fotos podéis ver las hojas que he preparado yo: perejil, mejorana, romero, tomillo, salvia, pétalos de caléndula, flores de hinojo.
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El efecto de la transformación de las hojas en el horno es distinto para cada una de ellas. La salvia se tuesta pero mantiene su forma sobre las hojas. El perejil plano mantiene su color vivo y se queda perfecto. Las hojas de caléndula también quedan muy bien. Las flores de hinojo pierden su color amarillo pero mantienen su bonita estructura. Romero y tomillo se apagan de color pero mantienen su forma. Quizá las que mejor quedan sean el perejil y los pétalos de caléndula.
Las horneamos a 175º durante 10 a 15 minutos: las galletas seguirán pálidas pero los bordes estará comenzando a dorarse.
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Las dejamos enfriar unos minutos sobre la bandeja del horno antes de pasarlas a una rejilla para que se enfríen por completo. Y después las podemos guardar en un bote hermético donde durarán un par de semanas perfectamente conservadas.
El crujiente de estas galletitas, saladas, sabrosísimas y aromáticas, es espectacular. Están fantásticas con vino, acompañadas de fiambre o de una ensalada fresca. Perfectas para acompañar un Martini y para untar con queso fresco o con unas lonchas de ahumados.
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Yo las preparé por primera vez para el «aperitivo» de la defensa de tesis de Jaime (¡el mat-pollo, que ya es doctooorrr en matemáticas!) y, literalmente, volaron.
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¡Además son realmente fáciles de hacer! ¡Animaos!
· SED FELICES ·
El vaso de lunares amarillos es un vaso Elsa, un diseño que se convirtió en un icono clásico de esta marca española en los años 60. Las flores son tagetes y zinnias. El mantel formaba parte del ajuar de boda que preparó mi abuela Marita para mi madre. Esta receta es una adaptación de las Savory Herb Shortbread del precioso blog The View from Great Island. Detrás de las galletas, el gato Cosmo ya convertido en un verdadero GATAZO.
¡¡Menudo aperitivo de lectura de tesis doctoral!!
Enhorabuena
¡Muchas gracias! La verdad es que estaba tan emocionada que me cogí dos días de vacaciones y me los tiré metida en la cocina, y tengo un recuerdo precioso de eso y de las caras alegres de los compañeros de Jaime alrededor de la mesa zampándoselo todo a ritmo contundente. ; )
Feliz tarde… aquí está diluviando! Un abrazo y cuídate mucho!