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Escrito por el Dic 24, 2012 en liturgia de las horas | 0 comentarios| etiquetas: celebración, la historia familiar, mitología de infancia, Navidad, rituales, significado

veni creator spiritus

Primer acto. Escena primera.
[el domingo antes de Nochebuena a las 11 de la mañana una mujer para un taxi en la puerta de El Corte Inglés. El trayecto es corto, conduce el taxi una mujer de la misma edad que su cliente.]

Taxista._ ¿Parece un domingo normal, verdad? No hay nada de tráfico…, las tiendas han abierto tarde, y ya veremos a ver si se anima un poco la cosa, porque si no… Además ahora con los coles en vacaciones, la faena baja tantísimo…

Cliente._ Yo he salido pronto por si había mucha gente, me agobia mucho comprar cuando hay mucha gente, pero la verdad es que el Corte Inglés está vacío, no hay nadie aún… Igual la gente sale más tarde, hacia la hora de comer, y a la tarde hay más trabajo…

Taxista._ Ya veremos…, sí, a mí tampoco me gusta nada eso del amontonamiento, yo salí ayer, a comprar lo de mis hijas; tienen de todo, la verdad, no necesitan nada a dios gracias, no sabes qué comprarles… Y cualquier pieza de ropa te cuesta más de 60 euros… Y es que además no necesitan nada… Antes, cuando las personas no teníamos tantas cosas, era diferente…

Es que nos hemos metido en el asunto este de celebrar unas fiestas en las que no hay nada que celebrar y lo vamos tapando todo con lo de comprar los regalos y montar las cenas esas que nos dan una faena que pa qué y nos cuestan un ojo de la cara… y todo para qué? que si tu cuñada se mete contigo porque has hecho poco de esto, o mal de esto, o mucho de lo otro, que si el otro no está a gusto, que si el de más allá te critica porque en su casa habrían hecho esto o lo otro… Yo estoy divorciada, y mira, porque tengo buen rollo con mi exmarido, mis hijas ya son muy mayores y nos vamos a juntar en Madrid con ellas y cenaremos juntos, pero mira, en mi familia, estos que no se pueden juntar porque este no se habla con el otro, los otros que tampoco porque no se han vuelto a hablar desde que se separaron… Y hay que montar un calendario que te hace falta una agenda entera pá llevarlo… Y al final qué? Cuando éramos pequeños en mi casa no había para mucho, había que mirarlo todo, mi madre compraba las cosas de la cena cada semana las que podía; y luego esa noche nunca había gran cosa, pero cenábamos, y estábamos contentos de estar unos con otros, cantábamos, y era comida casera y estaba bien así, era una noche bonita y aunque no había gran cosa estábamos la mar de bien… Ahora todo es que si éste figura más que el otro, que si éste ha traído este vino, que si el otro lleva aquel vestido, que si el regalo de aquel es mejor, que si hay poco de esto o de lo otro… Y tú todo el día corriendo de aquí p’allá como una boba… Y todo para qué?…

feliz navidad
Primer acto. Escena tercera.
[Un colegio de monjas. 1969.]

Tengo una profesora morenita que es casi una nena. Se llama Pilar, hace un par de años me enseñó a leer. Este año nos han pedido que cada niño traiga lo que pueda para decorar la clase. Hay espumillón (aquel espumillón escuálido y maravilloso de los 60) colgado en las ventanas dibujando guirnaldas, algunas bolas de cristal, renos cubiertos de purpurina plateada, campanitas con hojitas de acebo. No me acuerdo, pero estoy segura de que en clase hace frío. Sin embargo yo la recuerdo brillando como una brasa. Estamos pintando un regalo para nuestros padres. Es un dibujo sobre una hoja de cuadrícula grande. Pilar ha dibujado los 32 gatitos, las 32 farolas. Nosotras (cole de chicas) coloreamos el gatito, la farola, y pintamos cada cuadrito de un color diferente.

En casa de mis padres había tres velones grandes, uno blanco, uno amarillo y otro negro. Mi padre les había recortado barbas rizadas en papel dorado, tenían una corona con gemas dibujadas y ojitos de alfiler perlado. Tres Reyes Magos.

Había un belén con musgo de verdad, una cabañita que había construido mi padre con palitos quemados para que parecieran viejos, cubiertos con una mano de cal azuleada y sonrosada con su caja de acuarelas. Dentro del pesebre había paja, del techo colgaba un angelito y una bombillita de nevera, y en el ventanuco de la parte alta, que hacía descender una luz cálida sobre el bebé, había anidado una palomita blanca de plástico. (Y por supuesto había mula y buey, acomodados confortablemente entre la suave paja del establo).

Había un pozo con su techado y su pequeña luz y los pastores con sus borreguillos cantaban alrededor de él.

Han pasado 43 años. ¿Por qué me acuerdo con tanta emoción de aquel dibujo?

gatito
Segundo acto. Escena tercera.
[Hoy. Esta tarde. Después de comer. Intentando, como cada año, escardar mi espíritu navideño hasta dejarlo lo suficientemente limpio.]

Veni Creator Spiritus es un himno meditativo cristiano que invoca la llegada del Espíritu sobre la Tierra. El espíritu es una fuerza transformadora, trastocadora, una fuerza de avance y metamorfosis. “Ven, Espíritu Creador, y recrea la Tierra”.

Hay que sacudirse ciertas costumbres, desechar ciertas convenciones, sacarse el bocado, soltarse las riendas y salirse un poco del camino. Y volver al primer significado de las cosas. O inventarse otro. En todo caso, sea cual sea, tiene que tener que ver con expresar el amor y el agradecimiento. Agradecimiento por estar vivos un año más. Por tener la oportunidad de ver cómo el solsticio seduce de nuevo al invierno con su murmullo primaveral. Por tener la oportunidad de renacer, como la primavera. De leer los augurios, como los Magos hicieron con la estrella de Belén.

Amor real, auténtico. Que no significa intimidad perfecta, sino el predominio de un espíritu pacífico y generoso. Entre las personas con quienes nos sentamos a cenar. Entre las personas para las que cocinamos. Y mejor que sea una cena sencilla y hogareña. Mejor que haya tiempo de mirarse a los ojos tranquilamente, de compartir el vino sin prisas, de abrazarse, de regalar esa cosa extraña que en nuestros mejores días sabemos fabricar y que permite disolver cualquier distancia.

Yo creo que en Navidad hay que hacer como Babette el día de su festín: invertir cuanto tenemos en cocinar para conjurar el frío, para vencer al invierno, para deshacer el desamor.

[Cae el telón. Oscuro.]

felicitacion
Veni, Creator Spiritus.

Ven y renueva el mundo. Nosotros te ayudaremos.

¡Muy Feliz Navidad para todos!

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