tarta de zanahoria
La archifamosa, divinamente inglesa tarta de zanahoria.
La única que sabe ser rotunda sin dejar de ser chic.
La adorable, irresistible, incombustible carrot cake.
Tan Pollyana.
Tan Anna de las tejas verdes.
Tan Quinto Grado en Torres de Malory.
Tan Señora Settergren, mamá de Annika en Pippi Calzarlargas (porque lo de Pippi definitivamente no era cocinar).
Tan Los amigos de Peter.
Tan Asesinato en el Orient Exprés.
Tan La Casa de la Pradera.
Tan victoriana, tan americana, tan campestre y tan rabiosamente, confortablemente moderna. Tan robusta y tan cozy a la vez.
Una tarta que pese a su aspecto azucarado es una pieza de fuerza.
Nada de señoritas Pepis.
Esta tarta es como una tata buena de las de antes: una carrocería a prueba de todo, y debajo, un corazón de dulzura genuina de la que no empalaga.
Y aunque luce un aspecto muy sofisticado, es realmente sencilla de hacer.
Y estaréis pensando… ¿tarta de zanahoria en agosto? (ahora es casi abril pero da igual, también nos sirve!)
Pues mira, sí.
Y es que para mí el verano trae algunas celebraciones que animan a practicar el arte de preparar bonitas tartas, porque en julio cumple años el pollo, y ahora también Olivia, mi primera nieta.
Y así va una ya cogiendo velocidad crucero, que luego en septiembre cumple Noëlita. : )
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Nos hará falta, por una parte:
- 270 gr de muy buenas zanahorias peladas y ralladas
Por otra, los ingredientes secos.
- 250 gr de harina común
- 300 gr de azúcar blanco
- 110 gr de azúcar moreno (yo he utilizado moscovado)
- 150 gr de nueces de California o pacanas picadas
- 2 cucharaditas de bicarbonato (8 gr)
- 1 y 1/2 cucharadita de levadura química (6 gr)
- 1 cucharadita de canela
- 1/2 cucharadita de sal
- 1/2 cucharadita de pimienta de Jamaica
- 1/4 cucharadita de nuez moscada recién rallada
Mezclamos juntos los ingredientes secos dejando las nueces aparte para el final
Batimos solo un poquito los huevos y les añadimos el resto de ingredientes húmedos en otro cuenco, mezclando solo hasta integrar:
- 4 huevos grandes
- 150 gr de aceite de girasol o de oliva suave
- 125 gr (1/2 cup) de yogur griego
- 1/2 cup de piña en su jugo triturada y muy bien escurrida
Crema de queso y mantequilla para la cobertura
- 225 gr de queso crema a temperatura ambiente
- 125 gr de mantequilla en pomada
- 135 gr de azúcar moreno integral
- 2 cucharaditas de extracto de vainilla
- un pellizco de sal
- 375 gr de azúcar en polvo (o más, si es necesario para alcanzar la textura). Si quieres sustituir el azúcar por un edulcorante, mira la nota de abajo.
- una cucharadita de canela
Vamos a ello.
La masa es increíblemente fácil de hacer.
¿Cómo se prepara la zanahoria?
Tradicionalmente, lo ideal es rallar la zanahoria. Por ejemplo, com un robot de cocina con el accesorio de rallar.
Ahora, si no tienes ese accesorio o no tienes robot, como me pasa a mí, es mucha zanahoria para rallar a manubrio.
¿Qué hago yo?
La trituro muy fina con el procesador (picadora).
Queda genial. Palabrita.
Podemos empezar por pelar las zanahorias y rallarlas, y las dejamos reservadas.
Ya tenemos todos los ingredientes secos menos las nueces en un bol, y en otro los húmedos.
Después precalentamos el horno a 175º y preparamos el juego de moldes de layer cake, en mi caso 4 moldes, enmantecando cada bandeja o pulverizándola con spray antiadherente para horno, y colocando encima un papel sulfurizado cortado a la medida, porque el bizcocho es húmedo y esa medida de protección adicional nos proporciona más seguridad y comodidad al desmoldarlos.
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Mezclamos los ingredientes húmedos con los secos, integrando someramente, y después incorporamos la zanahoria rallada. Por último, las nueces picadas. Mezclamos de nuevo muy brevemente.
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¡Y ya está!
¿Era fácil o no era fácil?
Ahora vertemos la masa sobre cada molde ya preparado, les damos con firmeza y precisión un golpe animoso sobre la encimera sin que vele todo por los aires (protegida con un trapo) para que se rompan las posibles burbujas de aire, y los horneamos durante 45 minutos, o hasta que un palillo insertado en el centro salga limpio.
La masa horneada, en este momento, se habrá separado ligeramente de las paredes del molde.
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Los dejamos enfriar 15 minutos en sus moldes sobre una rejilla de hornear, y después los sacamos de los moldes y los dejamos enfriar por completo sobre las rejillas.
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Mientras se enfrían del todo, elaboramos la cobertura y la metemos a enfriar en la nevera.
Si una vez fríos alguno de los bizcochos se ha hinchado en exceso por arriba y ha hecho “cupulita”, lo podemos nivelar cortándolo con un cuchillo afilado o con una lira (alambre para bizcochos) para que nos quede bien nivelado. A mí en esta ocasión no me ha hecho falta.
Para hacer la cobertura, batimos en una batidora de varillas el queso crema y la mantequilla con el azúcar moreno. OJO. Ambos tienen que estar a temperatura ambiente y no se puede utilizar el microondas para agilizar el proceso. ; )
Lo dejamos reposar diez minutos para que la humedad de la mezcla absorba el azúcar moreno y lo disuelva.
Añadimos el extracto de vainilla, el pellizco de sal y una taza de azúcar en polvo. Batimos, y cuando esté integrado, vamos añadiendo el resto taza a taza. ¡Y listo!
Ahora pasamos la cobertura a la nevera para que adquiera consistencia.
*(Si vamos a sustituir el azúcar por eritriol o por un preparado edulcorante, el procedimiento será el mismo, y el tiempo de reposo en la nevera mayor).
Y ahora que ya tenemos lista la cobertura y ha reposado en la nevera para tener una consistencia fabulosa que nos permita cubrirla con facilidad y sin tirarnos de los pelos, vamos a montar la tarta.
Cuando tengamos fríos los bizcochos, colocamos un pegotito de cobertura en la base del plato o el pie donde va a ir la tarta.
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Sobre el pegotito colocamos el primer bizcocho, y extendemos sobre él una capa fina de cobertura.
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Si tienes una base giratoria para decoración de pasteles, ahora es el momento de sacarla, te será muy útil para extender la cobertura.
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Lo cubrimos con el segundo bizcocho, y extendemos una segunda capa de cobertura, en mi caso ambas finas, porque no quiero cargar el bizcocho de sabor dulce, sino solo aumentar su untuosidad.
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Colocamos la tercera capa de bizcocho, y después finalizamos con la tapa.
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Ahora tenemos tres posibilidades: cubrir todo el pastel con una capa fina de cobertura, cubrir sólo la parte superior, y por último, cubrir todo el pastel y luego con la paleta eliminar casi toda la capa lateral dejando una capa traslúcida para conseguir un acabado «nude».
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Si es necesario por la temperatura ambiente, entre fase y fase volvemos a enfriar la cobertura en la nevera para que la textura de extensibilidad sea la adecuada.
Cuando tengamos la tarta decorada y cubierta a nuestro gusto, o quizá la primera capa si después queremos insistir para conseguir una capa más gruesa pero firme y compacta, colocamos la tarta en la nevera y la dejamos en reposo hasta que la cobertura asiente y gane dureza.
Cuando ya esté en ese punto, podemos colocar la decoración que hayamos elegido para la parte superior: nueces pacanas, nueces de california, nueces enteras y nueces picadas, gotas de mermelada de piña, zanahorias de mazapán…
Yo hice una para Oli con una cobertura irregular y «espontánea» completa con su super amiga Pepa Pig…
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Y luego hice otra más romántica y tirando a nude para el aniversario de boda de mis cuñados…
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Más cosas sobre esta tarta.
¿La tarta se puede congelar?
Se puede.
En porciones, si te han sobrado -que ya iba a ser que en tu casa vive gente rara ; ) – o toda entera antes de colocar la cobertura, bien envuelta en varias capas de film.
Después será suficiente descongelarla durante varias horas a temperatura ambiente y colocar la cobertura.
El bizcocho también se puede preparar el día anterior para montarla al día siguiente, dejándola muy bien envuelta en papel film.
Y ahora hablemos un poco sobre un tema que tiene interés plantearse: la cantidad de azúcar de la cobertura. Cualquier cobertura de queso y mantequilla lleva mucha azúcar, demasiada azúcar desde un punto de vista de lo que es saludable. Y no se puede reducir porque es lo que proporciona a la cobertura su maleabilidad para ser extendida. Si tienes claro que te apetece ponerle cobertura a la tarta (esta tarde pide esta cobertura, las cosas como son), pero que no le vas a poner toda esa azúcar, hay alternativas.
Una alternativa es variar la receta y utilizar una crema de mascarpone, que lleva mucha más materia grasa en forma de queso pero mucha menos azúcar. Estas cantidades te darán buen resultado:
- 500 gr de queso mascarpone
- 100 gr de queso fresco cremoso (como el Philadelphia)
- 100 gr de azúcar en polvo
- 400 ml de nata bien fría (nata para montar con al menos 35% materia grasa)
Se mezcla todo en en cuenco y se bate con un batidor de varillas hasta que la mezcla monte y alcance una consistencia fuerte, unos 10 minutos.
O incluso simplemente una crema de queso crema, mezclando y batiendo con las varillas aproximadamente un kilo de queso fresco cremoso tipo Philadelphia (siempre todo a temperatura ambiente) con 130 gr de azúcar en polvo y una cucharadita de canela.
Y otra alternativa, con sus pros y sus contras, es utilizar edulcorantes. A mí no me gusta en general, porque entiendo que aunque sean seguros alimentariamente, hablando en estándares industriales, seguro que no son beneficiosos. Pero de modo esporádico te hacen el papel de permitirte realizar una elaboración que te apetece hacer sin el riesgo que supone el azúcar para algunas personas.
En casa por ejemplo, forma parte de nuestro sancta sanctorum preparar en Navidad una tanda de mermelada de naranja amarga casi sin azúcar que nos dure para el consumo de todo el año (aunque esto si Noël colabora intensivamente a “apreciarla”, no siempre lo consigo ; ) .
Y para hacerla utilizo uno de los preparados de los que hablo a continuación.
En esta preparación clásica de cobertura de crema de mantequilla y queso, el azúcar en polvo se puede sustituir por 125 gr de eritritol en polvo, el azúcar moreno también tiene su tipo de eritritol, y también se podrían sustituir por uno de los preparados que existen en el mercado especializado en repostería para reemplazar el azúcar por la misma cantidad de peso de producto edulcorante. Éste, en su versión para mermeladas, es el que yo gasto cuando preparo la mermelada de naranja.
Esta es una de esas tartas que suele sorprender a la concurrencia por la profundidad de su sabor. Aún siendo una tarta de carácter rústico, y esa es una de las razones por las que me gusta tanto, su sabor y la textura húmeda y aterciopelada la convierten en un bocado suntuoso.
Atreveros con ella.
Vale la pena.
Luego os volveréis fans y la querréis hacer cada vez que os haga falta un empujoncito moral. Ya veréis.
¡Feliz semana a todos!
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