bizcocho de fruta de invierno

· bizcocho de fruta de invierno ·

 · para doce raciones  · temperatura del horno: 180º · dificultad: 2/5 · estado de ánimo: mullido ·

 

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• 1 y 1/2 cups de harina
• 1 cucharadita de levadura química
• 1/4 cucharadita de sal
• 1 cup de azúcar moreno integral (compactada)
• 1/2 cup de agua
• 1/3 cup de mantequilla
• 1 cucharadita de canela
• 1 cucharadita de jengibre en polvo
• ¼ de cucharadita de clavo o cardamomo en polvo
• ½ cup de leche o de leche vegetal
• 1 cucharadita de esencia de vainilla
• 2 huevos grandes a temperatura ambiente
• 1 cup de trocitos piña y persimon confitados
• 1 cup de trocitos de mandarina confitada
• 1/3 cup de cerezas confitadas
• 1/3 cup de nueces y pistachos troceados

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¿A quién no le provocan arrumacos de placer esos plum cake de miga oscura, llenos de fruta escarchada y esponjados en ron, que huelen a Navidad con mayúsculas?

A mí, que tengo mi punto dickensiano, desde luego que sí.

Desayunar plum cake, o incluso mejor, un bizcocho con naranja y cerezas escarchadas… Esa clase de desayuno que te impulsa a ponerte muy elegante y a tomarte todo lo que te depare el día con exquisita flema inglesa.

Cuando éramos pequeños en invierno algún año fuimos a pasar unos días de Navidad al parador de Monte Perdido y al del Valle de Arán, y por las mañanas en las bandejas de desayuno que traían a la habitación, con sus cafeteras y lecheras humeantes, había rodajitas de plum cake. Aquello me parecía tan exótico y tan elegante…

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¿Veis dos rodajas de plum cake en el platito con las dos magdalenas? Y la preciosa lechera de metal batido, y la jarrita de porcelana con anagrama esmaltado para el café.

Aquellos viajes fueron una experiencia sensual a muchos niveles. El plum cake y esas bandejas de desayuno inspiradas e impolutas también escribieron su pequeña historia sensible en esa personita de ojos un poco tristes que era yo entonces,  mientras salía definitivamente de la infancia y me acercaba, insegura y confusa, al mundo de los adultos.

 

Se hace así:

Mezclar la mantequilla, el agua, el azúcar y las especias y dejar que alcance el hervor. Ya fuera del fuego, añadir la leche. Dejarlo reservado hasta que esté templado.

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Calentar el horno a 180º. Y preparar un molde para verter la pasta sobre él de cualquiera de las maneras eficaces que tenemos para hacerlo: enmantecado y enharinado, protegido con papel sulfurizado, o rociado con spray antiadherente. La masa  es húmeda y compacta y no sube apenas, así que un molde alargado de pudding, o ideal si es de plum cake, que son más altos y rectos, como cajas, de unos 24-26 cm por 12 de ancho y 8 cm de alto será un buen molde. Si gastamos uno más ancho y/o más largo, simplemente  la rebanada nos quedará más bajita, como biscotti.

Tamizar la harina con la sal y la levadura.

Verter algo más de una cucharada de harina sobre la fruta confitada y revolver.

Yo he elegido como fruta trocitos de piña, de caqui persimon y de mandarina que he confitado yo misma. Es un proceso lento, desatendido, satisfactorio y muy simple. Y he añadido las guindas que me sobraron de la repostería de Navidad. Si confitar en casa no es lo tuyo, cualquier clase de fruta confitada de calidad que compréis en un buen mercado o establecimiento especializado os dará un gran resultado.

Yo tengo predilección por las mezclas de frutas cítricas, pero cualquier mezcla de fruta queda fabulosa. Si utilizáis combinaciones de fruta donde los cítricos no predominan, podéis añadir la cáscara rallada de una naranja o un limón.

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Añadir la vainilla a la mezcla de mantequilla y leche.

Batir los huevos hasta que estén pálidos y espumosos, y entonces incorporarles la mezcla de mantequilla y leche en un chorro fino,  integrándola con movimientos suaves y una espátula o con las varillas en la amasadora en velocidad baja.

Por último añadir la harina en dos tandas, y mezclar con movimientos envolventes y una espátula, haciendo el gesto con la muñeca de plegar la masa sobre sí misma, sin insistir, solo hasta conseguir integrarlo todo.

Añadir la fruta que estaba espolvoreada de harina y volver a integrar.

Verter la masa en el molde y nivelarla con una espátula.

Si quieres, decóralo en la superficie con fruta y nueces.

Hornea a 180º en horno caliente durante 30 minutos.

Baja la temperatura del horno a 160º y cuece 45 minutos más, o hasta que la superficie esté dorada y un palillo insertado en el centro salga seco y limpio de trozos de masa.

Saca el molde del horno y deja que se enfríe 10 minutos.

Saca el bizcocho del molde y déjalo enfriar completamente sobre una rejilla.

Cuando esté frío, puedes cortarlo en porciones gruesas, envolverlas en film y congelarlas o guardarlas en la nevera para ir sacándolas según las vayas a gastar.

El resultado es tan húmedo, jugoso y perfumado que no echaréis de menos las recetas tradicionales que empapan el bizcocho con almíbar o con alcohol. Más ligero que los que preparamos con recetas más clásicas, está igual de delicioso y sorprendentemente mullido y sabroso (si no más).

Un lujo para los desayunos invernales, cuando sentimos el deseo de poner sobre la mesa un roción de color y un sabor transportador. Casi, casi, sabe a verano maduro. Y a la vez, a evocador invierno de leña, chimenea y brandy caliente. Una pequeña y asequible joya para paladear con abandono algunas privilegiadas mañanas de cada uno de nuestros inviernos.

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Cuando esté frío, guardar en una lata o envolverlo en papel de aluminio, y se conservará húmedo y fragante durante varios días.

Feliz semana a todos!

Esta receta es una adaptación del bizcocho de frutas sin alcohol de Munaty Cooking.