let’s give a party
Dos pequeños que llevan días cavilando sobre qué podrían hacerle a su madre como regalo de cumpleaños.
¡No es nada fácil!
Sally le ha tejido un guante para los fuegos de la cocina, pero se lo ha comido el perro. Y Benji le ha hecho una caja de costura de madera, pero la gata ha colocado dentro a sus cachorritos y no quiere salir!
Pero, ¿y si prepararan un pastel de gelatina para darle una sorpresa a su madre…?
Al fin y al cabo, ¿qué clase de cumpleaños es un cumpleaños sin fiesta y sin pastel?
-uno estupendo, diría mi maridito ;) –
Otro librito chispeante sobre niños que se meten en la cocina, en este caso editado en colaboración con una famosa marca de gelatina americana.
(Y qué buena inversión: si hay algo que queda bien claro al acabar el libro es que preparar un bonito pastel de gelatina es tan sencillo que lo pueden hacer hasta un par de niñitos alborotadores y traviesos)
El librito forma parte de una nutrida colección para niños, los Wonder Books, que encarna la idea, muy americana y muy de aquellos años, de crear colecciones en las que los niños pudieran aprender todo aquello que necesitaban para crecer estimulados, seguros y felices.
Quizá la colección por antonomasia que pretendió, y en mi opinión, consiguió, ese acompañamiento vital en la vida de los niños de los 50 y los 60 fue Golden Books. Golden Books tenía detrás a una de esas editoras extraordinarias que dio la época, Diane Muldrow, verdaderas anomalías genéticas del mundo de la edición que permiten que la evolución haga avanzar a la especie unos cuantos saltos.
Bajo la lucidez de su visión, Golden Books creó un catálogo que visto ahora, en la claridad que proporciona una distancia de 60 años, es como un inventario diáfano de las joyas de la corona: una increíble reunión de autores deslumbrantes, muchos de los cuales se habían «criado» bajo las alas cálidas y generosas de la que probablemente es la editora de libros para niños más relevante que ha habido nunca: Ursula Nordstrom.
Recientemente Golden ha sacado un encantador librito, «Everything I need to konow I learned from a Little Golden Book» («Todo lo que necesito saber lo aprendí en un Pequeño Libro Dorado»), firmado por la propia Diane Muldrow.
Este librito delicioso enhebra muchas de aquellas joyas, a la vez que dibuja un conmovedor arco entre el tono de la vida emocional de aquellos años y el de la actualidad, ofreciendo la misma clase de alimento creativo que Golden ofreció a sus niños en los tiempos difíciles de la posguerra mundial y en los que vinieron después.
Muy pronto os contaré más cosas de él aquí.
¿Os acordáis de aquellos moldes de Tupperware para preparar áspic y gelatinas dulces, con su tapa para guardarlos en la nevera, que tenían forma de fantasiosos castillos de arena?
Eran rosas, lilas, azul pálido, naranja albaricoque, amarillo patito, turquesa.
Tan bonitos, tan extravagantes, tan prometedores, con su juego de tapitas superiores para imprimir en la cúspide del pastel un día una estrella, otro día una flor, otro un abeto…
¿Sabéis que aún los venden? Yo, creo que después de dar mucho la tabarra, tuve uno azul.
Durante el invierno escolar, cuando me aburría, que venía a ser a menudo porque siempre he tenido cierta tendencia a vivir entre nubes, soñaba con preparar fiestas donde había una bandeja preciosa con uno de esos pasteles transparentes y caprichosos, que brillaban como cristal fundido, y temblaban al moverlos como niños con frío.
Otra delicia sesentera para releer y sobre todo remirar con un tazón de chocolate caliente y calcetines gordos en los pies, arrebujada en un sofá invernal.
Que la disfrutéis!